POR
CELSO GARZA GUAJARDO
Primero perdí el
tiempo… Al paso de un día, en otro día, en otro día…sin darme cuenta que el día
de hoy no es el de ayer. El jueves se comió al viernes y éste al fin de semana…luego,
ya no había tiempo…quedé sin tiempo.
Como cronista no
puedo escribir la crónica…perdí el tiempo en otras cosas y cometí así el yerro
mayor de todo cronista: perder el tiempo y no guardarlo en crónicas.
Sucede que los
recuerdos se nos desordenaron, más se me deshilacharon como un trapo viejo que
ya nada detiene…pensaba escribir sobre la tienda de don Luis González y cuando
fui a verla, la esquina estaba modificada por completo...luego busqué a los
taxistas de la plaza y nunca llegaron…después quise encontrar a don Pancho
Durán y sólo vi su sombra por la calle Zaragoza…me acordé de don Juanito el
indio y se me desvaneció en las décadas…pensé luego en aquel viejo dirigente
sindical don David Rodríguez y no puede atar nada; después quise escribir sobre
don Eulogio Reyes pero la carga de materiales era mucha y lo dejé para más
tarde…viajé por la calles del viejo pueblo y las encontré tan cambiadas que ya
no las reconozco.
En fin, terminé
cansado y de un día pasó a otro día…el impresor no espera, por eso hoy te
entrego una crónica perdida y toda una súplica de perdones con la promesa de
tratar de encontrar el tiempo y remendar los viejos recuerdos. Ojalá y no se me
vuelvan a deshilachar.
Fuente: Garza
Guajardo, Celso (2008). Retrato Hablado
de un Cronista. UANL